Como explicábamos hace algunas semanas, la lesión del ligamento colateral cubital es la más frecuente en la extremidad superior de los esquiadores. Es por esto que se conoce como “la lesión del pulgar del esquiador”. Un mal gesto al caer, apoyando la palma de la mano con el bastón de esquí, puede forzar el pulgar hacia atrás y provocar la rotura del ligamento en su inserción con la falange.
Pero no solamente la vemos en esta disciplina deportiva. También la vemos en otros deportes, como por ejemplo la bicicleta. Este es el caso de Joana, una paciente que llegó a nosotros a través de Clínica Mi Tres Torres y que fue intervenida en iMove de esta lesión.
El caso de Joana: una caída en bicicleta.
Joana se encontraba de vacaciones en Portugal y decidió alquilar una bicicleta con su familia para conocer la zona. “No se me da muy bien esto de la bici, y al caer para evitar que se me rompieran las gafas, apoyé la mano en el suelo”.
El ligamento colateral cubital se encuentra en la parte interna de la base del pulgar y su función es esencial a la hora de hacer la pinza con el índice. Esto afecta a funciones como escribir, coger un tenedor o conducir. Joana acudió a nuestra consulta con mucho dolor. “No podía juntar el pulgar y el índice. Prácticamente no podía mover la mano”, explica Joana.
“En la consulta, el doctor Font tocó en medio del pulgar y el índice y noté un dolor espantoso, por lo que me avanzó que casi con toda seguridad era una ‘lesión del esquiador’”, algo que posteriormente se confirmó mediante una radiografía.
Intervención y recuperación
Al ser una rotura total del ligamento, fue preciso intervenir para reinsertarlo en la cara interna de la base de la primera falange del pulgar. Además, después de la cirugía Joana precisó llevar una férula de yeso, así como inmovilizar el pulgar durante las 4 semanas posteriores. “Estuve realizando ejercicios 3 veces al día, era lo único para lo cual me quitaba la férula”.
Es muy importante tratar la lesión de manera urgente después de que se produzca, ya que si no puede generar una incapacidad completa para actividades que impliquen hacer la pinza. “Ahora tengo la mano perfecta, estoy muy contenta. No dudaría en volver a ponerme en manos del doctor Font”, concluye Joana.